viernes, 6 de julio de 2012

1era Parada Poética en el Jaleo























PLAZA DE CHACAO


Ella tenía un libro

Un libro entre sus labios

Y no sabía que estuvo garabateado desde siempre

Para ella

Ni que sus poses se ensayaron a partir de su cabeza recostada

Ni que su voz fue sugerida tantas veces

Ella no sabía

Que preguntaron por su nombre a los amigos

Quienes jamás llevaron los recados

O miraban para otro lado

Porque nadie glosa las iniciaciones del trato ajeno

Porque su credo son los mares separados

Y las vacaciones en junio

Por eso no entienden que se puede sonreír extrañando

Con MacArthur Park de fondo

Frente a bardas de estraperlo

Tu nombre fue curioseado

Tu piel comprendida

Y de tarde te ayudaron a brincar un abismo de envidias

Ahora

Esas manos que no te sirvieron hojas de té tibias

Ni una plegaria de gloria

Hacen antesala para circular tus nudillos

Para dar vueltas a ese mundo

Para devolverte allí

A las gradas que mudando a colores verdes

Nos dejan decir lo que significa

Estar destinados

JOAQUÍN ORTEGA

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EL COLIBRÍ Y LO IMPOSIBLE


Mi novia imposible

me pidió un colibrí.

A mi novia imposible

le gusta pedirme

cosas imposibles.

 No es fácil

atrapar al colibrí

que vuela inmóvil

en mi amor.

 Mi novia sabe

que el colibrí se sostiene

velóz y estático

en la fuerza de la nada

de mis alas reconstruidas.

Pero ella sabe también

que soy un hombre

que vuelve de la muerte

y que para los hombres como yo

lo heroico está en la humildad

de reconocer lo imposible.

Sin embargo, a veces,

mi novia y yo somos niños

y es allí

donde mi novia imposible

me pide nuestro colibrí,

a pesar de todo.

CINZIA RICCIUTI

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TRAZOS

 I

No escribes el poema

sino su nostalgia

su íntima penuria

 II

Espacios

entre el silencio

y esta palabra incierta

que se fuga

III

Blanco

en cada pliegue

en cada minúscula

hendidura

 IV

Palabra escindida

tu nombre

trazo apenas

V

Un tiempo

de silencio

hiere

la memoria

VI

Lenta

borrando formas

buscas lo claro

la línea inmensurable.

ANA MARÍA DEL RE

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OTRA VEZ A YOCASTA

Cuando muera, madre [porque tendré que morir antes que tú, para soportarlo] no llores, estés acá o más allá del país de la conciencia. Detente en el arco del vientre y nómbrame, para reconocerme, para saberme en tus labios, nuestra casa. Háblale al inerte cuerpo, dile del tintineo del reloj al que da cuerda mi padre desde entonces. Vuelca tu arrullo ese día inabarcable, sobre el llanto y arrópalo, entre tanto nos contraiga el naufragio. 

HÉCTOR VERA
*****
A veces ya muy noche

creo ver al amor como a la muerte

Juntos entran en el lecho blanco

y en duelo agudo guerrean sus dominios

Se lamentan palpitan

y exhalan el último suspiro

cuando llega la hora del éxtasis

SONIA CHOCRÓN

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