miércoles, 25 de septiembre de 2013

ANNA AJMÁTOVA





LA TIERRA NATAL

No la llevamos en oscuros amuletos,
Ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
No perturba nuestro amargo sueño,
Ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos
En objeto que se compra o se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
Ni siquiera la recordamos.

Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
Esa tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
Y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.

(Versión de María Fernanda Palacio)



A LA CIUDAD DE PUSHKIN

 
1
¿Qué puedo hacer? Ellos te destruyeron,
¡Qué encuentro más cruel que el separarse!
Aquí hubo un surtidor, allá alamedas,
Más a lo lejos verdecía el parque...
La aurora más rosada que ella misma
Fue aquél abril. Olor a húmeda tierra,
A primer beso...

2
Las hojas de este sauce en el siglo pasado se murieron,
Para brillar cien veces más lozanas en la forma de un verso.
Las rosas se trocaron en purpúreas rosaledas silvestres,
Pero los himnos de la escuela siguen brotando sin desánimo.
¡Medio siglo pasó! Fui premiada por la divina suerte
Y en los días violentos olvidé el fluir de los años.
¡Ya no voy por allí! Pero a la orilla del río de la muerte,
Yo llevaré mis trémulos jardines de Tsárskoie Seló.
Versión de Rafael Alberti



CASI PARA UN ÁLBUM

Al escuchar un trueno, me recordarás
pensando: ella añoraba las tormentas…
En el cielo la franja será escarlata ardiente
y abrasará el corazón, como antes.
Eso ocurrirá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y retorne al anhelado hogar
dejando entre ustedes sólo mi sombra.

(De Séptimo libro, ciclo El trébol moscovita)



Él amaba tres cosas en el mundo:
los cantos de vísperas, los pavos reales blancos
y los desgastados mapas de América.
No le gustaba el llanto de los niños,
ni el té con frambuesa,
ni la histeria femenina.
…Pero yo era su esposa.

(Del libro La noche)



Junto a la mesa están las horas de la tarde
y la página irremediablemente en blanco.
La mimosa huele a Niza y a calor.
Un gran pájaro vuela con la luz de la luna.

Y, tejiendo tensamente mis trenzas en la noche,
como si las necesitara mañana,
sin entristecer, miro por la ventana
hacia el mar y las pendientes rocosas.

¡Qué poder tiene el hombre
que no pide ni siquiera ternura!
No puedo levantar los siglos cansados
cuando él pronuncia mi nombre.

(Del libro El rosario)



Te detuvieron al amanecer.
Yo iba tras de ti como en cortejo fúnebre,
en el oscuro aposento los niños lloraban
y la vela se derretía en el santuario.
En tus labios había el frío del ícono
y en tu frente sudor mortal… ¡No lo olvido!
Como las viudas de los Streltsy  
aullaré bajo las torres del Kremlin.


Moscú, otoño de 1935
(De Réquiem)



Diecisiete meses hace que grito.
Te llamo a casa,
me arrojé a los pies del verdugo,
hijo mío, horror mío.
Todo se ha enturbiado para siempre
y no puedo distinguir
ahora quién es el animal, quién la persona,
cuánto tiempo queda para la ejecución.
Y sólo hay flores cubiertas de polvo
y el tintineo del incienso, y huellas
desde algún lugar a ninguna parte.
y me mira fijamente a los ojos
y me amenaza con una muerte cercana
una inmensa estrella.

(De Réquiem)



COMO DEDICATORIA

Deambulo por las olas y me oculto en el bosque,
me imagino en esmalte.
Seguramente soportaré la despedida,
pero un encuentro contigo, lo dudo.

(De Séptimo libro, ciclo Poemas de medianoche)





Anna Ajmátova (Anna Andréievna Gorenko; 1889 - 1966) Poeta rusa nacida en Odessa el 23 de junio de 1889. Pasó su infancia y adolescencia entre Tsarkoe Selo y Kiev. Al divorciarse sus padres en 1905, Ajmátova partió con su madre a Crimea, de donde partirá, a su vez, para Kiev, a terminar sus estudios secundarios y estudiar Derecho. En San Petersburgo, por último, seguirá los cursos de altos estudios de Literatura e Historia.
Fundó, junto a los poetas N. Gumiliov (con quien se casó en 1910) y Serguéi Gorodetsky, el movimiento poético ruso conocido como "acmeísmo", que constituyó una reacción contra la vaguedad y el misticismo decadente del simbolismo, en favor de las imágenes concretas y la realidad inmediata.
Sus versos se imprimieron en 1907, cuando apenas tenía 18 años. Su primer libro, Anochecer se publicó en 1912, le siguen Belaia staia (1917) y Podorozhnik (1921), por los que fue criticada y catalogada de burguesa y aristocrática. Tras la publicación de Anno Domini MCMXXI (1921), dejaron de aparecer originales suyos, hasta la edición de Iz shesti knig (1940), una compilación de su obra anterior.
Durante la guerra comenzó su largo y reconocido Poema bez geroia (1940-1962), obra que constituye una suerte de suma lírica de toda la filosofía y la poética de Ajmátova, que no apareció hasta 1966. Su emotivo ciclo en memoria de las víctimas de Stalin, entre las que estuvo su hijo Lev, Requiem (1935-1940), publicada apenas en 1963, está considerado una obra maestra y un monumento poético al sufrimiento del pueblo soviético bajo la dictadura estalinista. Durante muchos años fue silenciada por el régimen soviético. Sus poemas se prohibieron, fue acusada de traición y deportada.  Regresa a Leningrado, en 1944. En 1958 apareció un nuevo volumen con su poesía y algunas traducciones de poemas de G. Leopardi y R. Tagore. Dentro de su variada y vasta obra también destacan los poemarios Chetki (1912) y Beg vremeni (1965). Escribió numerosos ensayos sobre Pushkin, recogidos en el volumen O Pushkine: statí i zametki (1977). Publicó unas memorias donde relata sus estrechas relaciones con A. Blok, Amedeo Modigliani y Mandelshtam.
Falleció en Moscú en 1966, su funeral, celebrado en la catedral de San Nicolás, en San Petersburgo, fue multitudinario.               

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