lunes, 15 de octubre de 2018

Teresa Calderón / Causas perdidas




ESCRITURA

Escribo menos de lo que veo
y veo bastante menos de lo que hay.
Sin embargo sería suficiente
tomar un haz de palabras
y salir a errar
por a página en blanco
sin perder de vista
que el mundo es largo
pero nunca el único.


AMBIGÜEDAD DEL SIGNO LINGUISTICO

“To be or not to be”.
El manido dilema del sujeto.
No está claro
si es cuestión de idioma
o perspectiva,
porque sencillamente
las cosas son distintas
y nunca se está seguro
si él,
sujeto es,
o él,
sujeto está.




PARA NO CONFUNDIRTE

Para no confundirte con el sol,
con el destello que ahonda tu mirada,
para no confundirte
y confundirme
te puse un nombre
para llamarte hombre
entre los hombres.


MAYOR CUANTIA

Tu olvido me araña el rostro.
Indago en el recuerdo.
Sólo acude una vieja
carta doblada
como yo por el dolor.


CROQUIS

El tiempo es pequeño
y es oscuro:
un murmullo extenuado
un punto detenido
allí en tu labio.


LEJANIA

Estoy muy lejos
queriendo regresar.
El regreso
no es regreso
sino fuga.
Lejanía es otra
forma de decir
que los ojos
se quedaron atrás.


CIEGOS

Los ciegos
tienen ojos hacia adentro.
Tienen suerte.


INFORME

Arrestado en su domicilio
a medianoche
mientras pensaba
sorprendido “de facto”
en clandestina asamblea
consigo mismo.





CODIGO DE AGUAS

La lluvia
se dedicó a llover
desconsolada.
Trajo un canto perdido
y acunado en subterráneos.
Vino hiriendo
las teja de los años,
las rodillas de un niño,
con ojos fijos
llegó a beber en la conciencia.
Después formará túneles,
crecerá por encima del ladrillo
y el agua
se esconderá en la tierra
con los muertos.


ULTRAMUNDO

Hay en otra parte un país
donde en verdad la muerte
es asunto delicado,
pero nunca una cuestión
del otro mundo.


VISITAE NON GRATAE

Hoy noté
que tengo algunas líneas
bajo los ojos.
Dicen que no son
cicatrices.


ARDID

Acaso el juego consista
En mostrar todas las cartas
Y ocultar sólo el dolor
Bajo la manga.


FINAL

El último en salir
Deja todo dispuesto.
Y cuando ya nadie haya
¿Quién cerrará la puerta?


Teresa Calderón nació en La Serena, Chile, en 1955

viernes, 21 de septiembre de 2018

Robero Juarroz




POESÍA VERTICAL 3

¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón
y no el que está detrás?
¿Por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también muere la sombra?
¿Por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
¿Por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿Por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?


POESÍA VERTICAL 7

Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado
y se puede sin embargo volver,
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado el otro lado.

Es el aprendizaje
que se convierte en lo aprendido,
el pleno aprendizaje
que después no se resigna
a que todo lo demás,
sobre todo el amor,
no haga lo mismo.

El otro lado es el mayor contagio.
Hasta los mismos ojos cambian de color
y adquieren el tono transparente de las fábulas.


POESÍA VERTICAL 14

He encontrado el lugar justo donde se ponen las manos,
a la vez mayor y menor que ellas mismas.

He encontrado el lugar
donde las manos son todo lo que son
y también algo más.

Pero allí no he encontrado
algo que estaba seguro de encontrar:
otras manos esperando las mías.


POESÍA VERTICAL 18

Fisuras interiores,
grietas por donde se filtra gota a gota
el líquido espeso y apremiante
de esa invasión profunda
que llamamos oración.
La oración, que no es algo que se reza
sino una inclasificable sustancia
que no está hecha de un decir,
aunque a veces se abrigue con palabras
o fragmentos de palabras,
como el sueño se viste de fábulas rotas,
con desarticuladas historias que descarrilan al pensamiento
y encarrilan, en cambio, el sagrado estupor
que tapiza el lado oculto de los seres.
La oración y el sueño se parecen:
son dos entidades o elementos
que gotean en los entresijos de una nada
que se asemeja a algo.
¿Qué ocurriría si se abrieran de pronto
esos lentos arcaduces,
esos estrechos canales
por donde se filtra la oración
y quizá también el sueño?
¿Se mezclarían ambos acaso?
¿Un torrente arrastraría al hombre
desde su propio interior?
¿O tal vez sólo la oración continuaría goteando,
implacablemente goteando
con el mismo ritmo y la misma medida
por la imprevista abertura?
Es probable que la oración sea una parte fija,
una porción estable
de la naturaleza de cada hombre,
la aplicación de una discretísima posología,
una cuota inmodificable como el sueño.
La dosis establecida
de una extraño y casi abrumador rescate
que llevamos en el centro
de nuestra propia sustancia.


POESÍA VERTICAL 24

Darlo todo por perdido.
Allí comienza lo abierto.

Entonces cualquier paso
puede ser el primero.
O cualquier gesto logra
sumar todos los gestos.

Darlo todo por perdido
Dejar que se abran solas
las puertas que faltan.

O mejor:
dejar que no se abran.

jueves, 9 de agosto de 2018

Alfonso Calderón / Selección Poética






No hay instantes solos

La noche comprende esa música total
de la boca creciendo en el tiempo.

Por eso,
nunca estamos solos,
corazones ignorados,
porque siempre una estrella nace en círculos
deslizándose en la geometría de las manos,
y la noche nos ubica como la sangre perdida
que la pupila no entiende.

No quiero ya latidos que condenen
justificando tu ausencia revelada,
ni menos pechos doloridos
que presuman la tristeza de tus manos.

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Para no amar

No quiero adivinarte las pupilas
de sosiego, como luna para amar.
Música esculpida en nieve, eres
con rumor a flor incalculable.

No quiero amor brillar contigo
en la luz de un astro aparecido,
porque tras nosotros va siempre
el olvido tumbando primaveras.

Que si una suave presencia acariciada
entrega el brillo de una luna desvelada
al fin nuestros cuerpos
se apagarán en la sombra
en un silencio tangible y presentido

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Huida del cuerpo

Recorriendo tus labios busco en cada beso
un sonido a flor o vena consumida,
amoroso afán de un corazón vacío.

En cada brazo que tristemente gime
un pájaro silencioso muere en tus dedos;
anhelando aéreo, fugitivo
esa catarata de cabellos deshechos
en ruidos de olvido.

Ay la rumorosa ternura que sacude las manos
cuando el cuerpo fluye gris y sin mirada
por los ojos escapando hacia el cielo.

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Tiempo

Distraído, el hombre sirve el vino.
Los años de ausencia acaso albergan
las flores que trajo y el periódico.
¿Puedo ver la columna de los muertos?

Alguien, sin sentirlo, enciende aún
un cigarrillo. Azul, el humo llega
a la cocina y la vuelve un sueño
de Vermeer. Deja que la lámpara

anuncie el final de aquella historia.
Por la enorme puerta, abominable
el tiempo avanza, sube al altillo,
abandona el cuarto de costuras

y coge el pasamanos de la escalera
como si hubiera de reírsenos en la cara.
Va, de pieza en pieza, encendiendo
las luces. Ya está solo. El polvo seco

del camino le cierra la garganta.
Luego insinúa: "todo es difícil
de decir". Tose, balbucea, alza
la copa y sirve el vino, aún.

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En busca del designio
        
Buscad
labios perdidos,
lejos del eco imaginario
que despiertan unas plumas.

Buscad
corazones que saluden,
más allá del parpadeo
que nos une a la rosa.

Buscad la luz
más allá de los designios del alba,
en el rostro de unas voces desveladas
que subliman las últimas violetas.

Buscad
finalmente el silencio,
más allá del cuerpo que se mira
presagiando sollozos.

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Preparación para el olvido

Qué triste es el sonido
que busca las manos
sin devolver ecos.

Qué poco basta
para entregar un labio
al esquema de un beso.
Y en fin qué solos quedamos
cuando un llanto nos sobra
y es inútil toda huida.

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No consigo aún saber
de qué se trata todo
esto. Quizás si es asunto
del lenguaje. En volandas
voy, del Yo al Mí mismo.
Cera y pabilo, como suele
decirse. ¿Y si fuera
como en los relatos
jasídicos, cuestión
de dar al fin, de pronto,
con el comienzo del camino?
Ya gasté las máscaras,
al modo de Nerval. Tal vez
me verán ahora como soy.

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Noche con alas  
    
¿Quién se acerca
a los designios del labio?
¿Quién desnuda tus manos
en un brillar de venas?

Y al fin de la noche,
¿qué misterio párpado
Vio ocultarse la última estrella
tras el límite de tus ojos?

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He visto

He visto atardecer tu rostro
en el desvío de unos labios
y al brillo del jazmín.

He visto como a pesar de tu aparición
sobre los cuerpos,
piensas en el fuego y la sangre confundidos.

He visto
que para tu silencio no bastan soledades
ni voces destruidas
y que en un llanto sostienes
las vigilias del alba.

A lo lejos,
mil azucenas te miraban
como en una angustia de hueso.

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Buscaremos a los dioses

Tú que sabes del tibio acento de las plumas
y del calor infinito escondido en la nieve
trata de penetrar en este vago porvenir de sueños
en prodigio de savia o rosa adolescente.

Recuerda que aún debajo del laurel
está la axila resplandeciente de un cuerpo lejano;
y encima del labio hay un sonido eterno
a muerte o esperanza calcinada.

Y recuerda finalmente que un día prometidos a la sombra
buscaremos juntos la comarca del silencio
y entraremos puros como pájaros sin límite
a contemplar la mirada altiva de los dioses.

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Cuerpo o sonido

Toda a los labios son estrellas
en este antiguo amor,
en este gastado roce silencioso;
y las cabelleras quisieran ser bosques
o corazones implorando rostros

Todavía hay horizonte en el goce de unos ojos
y no escapan lunas ni mareas
al golpe sombrío de unas voces.

Todavía los cuerpos se aman en silencio…

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Eres el anochecer

Allí donde comienza el silencio,
estás tú,
toda deseo, toda extensión
como hierba o álamo solo
que recoge el instante puro de unos sueños
en la triste, tan triste presencia de unas manos sin venas,
blancas y solitarias como el dolor,
blancas y pausadas como el olvido mismo.

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Alfonso Calderón, fue un escritor chileno nacido en San Fernando el 21 de noviembre de 1930 y fallecido en Santiago el 8 de agosto de 2009.
En el año 1949 publicó su primer poemario, "Primer consejo a los arcángeles del viento", marcando así el inicio de una intensa labor editorial. A lo largo de su vida, ocupó numerosos cargos de profesor, tanto en colegios como universidades. Asimismo, redactó críticas de libros para diarios y revistas, fue presidente del Círculo Literario Carlos Mondaca Cortés, y miembro honorario de la Academia Chilena de la Lengua, entre otros cargos de gran importancia. Su dedicación a la Literatura, tanto en la producción como la difusión, fue meritoria del Premio Nacional de Literatura en 1998. Defendió la práctica de escribir al menos una línea por día, negándose a la (a veces desesperante) espera de la inspiración.

Entre sus libros destacados encontramos los poemarios "El país jubiloso", el "Memorial del viejo Santiago, imágenes costumbristas" y su novela "Toca esa rumba, don Azpiazu".